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  • Foto del escritorCarmen Cámara

El Drama del lago



En Ginebra, hay un par de casas gemelas en una hondonada cerca del Lago Leman, en la orilla derecha. En los años ochenta del siglo pasado, estaban ocupadas por dos familias totalmente opuestas, tanto por su aspecto físico como por sus costumbres. Una de las familias procedía de centroeuropa, la otra de un país nórdico. Los Markovic eran serbios, personas poco habladoras, el padre trabajaba en la sucursal de un banco de su país, alto y fuerte, no cruzaba palabra con nadie; a la madre apenas se la veía nunca, y los hijos, dos varones, salían todas las mañanas en bicicleta y volvían al anochecer. Los Hansen, noruegos, de talante alegre y comunicativo, eran naturistas, vestían con poca ropa hiciese calor o frío; el padre era funcionario en la Embajada de su país ante la ONU; la familia la componían su esposa, dos niñas de corta edad y un tío mayor que vivía con ellos. La historia, bastante dramática, la leí en el Journal de Genéve, periódico ya desaparecido. En aquella época, yo tenía la costumbre de leer distintos periódicos locales europeos para seguir el pulso de las ciudades y sus habitantes. Al parecer, durante el invierno, cayó una nevada de las que hacen historia y las dos casas acabaron prácticamente sepultadas. El interior de las viviendas se congeló debido a las bajísimas temperturas, y las dos familias aparecieron una semana más tarde convertidas en un conjunto de estatuas de hielo. Lo verdaderamente sorprendente es que, una vez que las temperaturas subieron y el hielo de las estatuas se fundió, no había ni rastro de los cadáveres. Al cabo de unos días los cuerpos aparecieron hundidos en el lago con signos de violencia, como si hubiesen sido atacados por una bestia salvaje. Hasta el día de hoy no se ha podido explicar el misterio, las casas han sido derruidas y en su lugar se han construído un par de monolitos en memoria de las dos familias.

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